domingo 30, junio 2024
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Un experto augura una «colaboración mutua» entre personas e IA y cree «clave» aprender a reclamar derechos

Valencia, España, 25 Jun. (EUROPA PRESS) – La sociedad actual camina hacia la «simbiosis» y la «colaboración mutua» entre los seres humanos y los sistemas inteligentes. Esto supone que la inteligencia artificial «nos va rodear» en todos los ámbitos de nuestras vidas y hemos de ser conscientes de que se puede hacer un buen o mal uso, por lo que es «clave» aprender a reclamar nuestros derechos «como personas y como profesionales».

Así lo defiende el catedrático del Departamento de Inteligencia Artificial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la UNED, Jesús González Boticario, quien este martes ha inaugurado el curso de verano ‘Procedimientos de diseño, implementación y despliegue de sistemas de inteligencia Artificial de Alto Riesgo’.

El encuentro, que se desarrolla en la sede de la UNED en València, reúne a especialistas para exponer, ante los más de 100 matriculados, los conocimientos para entender los requerimientos básicos de la Ley sobre Inteligencia Artificial de la Unión Europea para el desarrollo de sistemas de inteligencia artificial de alto riesgo y abordar cuestiones relacionadas con las implicaciones legales y éticas de su aplicación.

Las sesiones reúnen a personas procedentes de diversos campos, desde la universidad a la industria, pasando por la educación, el derecho, la protección de datos o la salud. Y es que la IA impregna ya todos los aspectos de la vida, incluidos los cotidianos, recalca el especialista, que subraya que el avance de las tecnologías «vuela» en solo unos pocos años. «Nos afecta a todos», asevera González Boticario en declaraciones a Europa Press.

«La cara bonita»

El catedrático constata que los sistemas inteligentes van a cambiar nuestras vidas, lo que no tiene por qué ser perjudicial. «Hay investigadores emocionados con el buen uso de la IA y otros que sacan manifiestos hablando de los riesgos; son las dos caras de la misma moneda. La existencia del peligro es cierta, el mal uso, también, pero el ser humano es lo suficientemente inteligente para que, al final, las cosas se naturalicen. Creo en esa cara bonita de que la inteligencia artificial para que no salga la cara fea», resume.

A su parecer, ese rostro más amable de la tecnología puede mejorar la eficiencia de múltiples áreas de conocimiento y actividad, como la salud o la automoción, entre muchos otros, pero siempre que se combine con una adecuada gestión de datos y tratamiento de la privacidad con el objetivo de llegar a una «simbiosis, un sistema de colaboración mutuo».

En este sentido, advierte que la reciente legislación europea puede resultar «limitada» y debería de clarificar y delimitar mejor las responsabilidades. Si no se habilitan sistemas «más viables», apunta, se puede dar la circunstancia de que Europa haga leyes maravillosas que después «se saltan» países como Estados Unidos o estados asiáticos, donde precisamente se desarrollan las herramientas más utilizadas.

«El mundo tiene que ser consciente –insiste– de que los sistemas de IA se pueden utilizar para bien o para mal y que, por ello, hemos de saber cómo reclamar nuestros derechos como personas y como profesionales».

Para conseguirlo, el catedrático e investigador apuesta por sustituir el sentimiento de miedo que se puede instalar en parte de la población por el de la «confianza en que el uso del sistema está sujeto a unas condiciones en las cuales tengo mis derechos garantizados y puedo hacerlos valer».

Otra aspecto «fundamental» para este experto es la ‘explicabilidad’, que se produce cuando se puede interpretar y entender cómo un algoritmo ha obtenido sus predicciones o resultados.

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