lunes 1, julio 2024
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Persecución, una añosa medicina para purgar la honradez.

Quien garrapatea desde tiempos de La Prensa Libre, con Andrés Borraré S. (1986) y mis cientos de articulillos, viene una historia, la cual Dios hoy, me ha dado el chance de descargar por este ejemplar medio, elpais.cr, sus bemoles a la fecha.

Debo decir primero, que no he sido un santo varón, por cuanto por decenas conocí mujeres, dejando atrás, por todo el país mis recuerdos. Pido perdón a mis esposas, por ello. El supuesto sexo débil, me hechizó.

Anti abortista, anti LGTV, anti machista, dizque religioso y apolítico, enamorado de Costa Rica y mis pueblos, los he recorrido por todos lados, donde en principio, con el Instituto de Seguros (INS-19 años) tuve mi ambiente. Fumé, tomé y luego los dejé. Fanático de la Liga. Antes, del Sapri.

Anduve varias veces en Gringolandia y otros países. Dos veces renuncié y dos volví al INS. Pero en esta institución comenzaron mis penas.

Corrían los ochenta, trabajando en una decena de puestos, me fui empapando de situaciones especiales, donde ciertos personajes, que resultaron conectados políticos hacían sus chanchadas.

Ante ello, como era natural en el sistema se investigaba y según fuese el cliente, se actuaba o descartaba. Era mi obligación (auditoría) captarlos.

Eran tiempos de los verdes políticos, donde el nepotismo acomodaba su gente y por “casualidad” estaban del efecto embarre, tales encumbrados agentes.

Uno de ellos, llegó a la Presidencia Ejecutiva, recibiendo el apoyo incondicional del sistema y no tuvieron el reparo de gradualmente ningunearme a tal punto de verme forzado a renunciar y buscar otro trabajo.

Luego entonces, recurrí a la Contraloría de esa época, banca privada y otros entes públicos y como magia, no aceptaron mis servicios. Según luego averigüé, fui marcado no leal a sus triquiñuelas.

Había tocado el santo mayor político del periodo, que el sistema le garantizaba dizque seguridad jurídica, donde dentro de mis hobbies, el hacer que escribo (LPL), fui intimidado.

Pero observemos cómo vienen las cosas, cuando a mi segunda esposa la usaron para una vacuna, (CCSS) supuestamente experimental para la hepatitis, la cual casi muere. Mientras la primera, por el “destino”, falleció en esos lapsos.

Sin embargo, la vida sigue adelante. Compré una finca y un par de carros fiados y continué escribiendo. Eso me valió el ser encartado en la OIJ de Alajuela, enterándome por una foto, donde sin ningún respaldo legal o acusación, denuncié y simplemente indicaron, fue una equivocación.

Pero el estigma político continúa a la fecha, donde el actual sistema hereda, persigue a mis gentes, como desquite, por denuncias a las degeneraciones y defeminoides que hoy vivimos. Son profesionales que les obstruyen licitaciones, proyectos, evolucionar, trascender, etc., creando hasta artificiales bullying (MP-PANI-MINAE) para desequilibrar mi entorno familiar.

Consecuentemente, ¿tendré que denunciar públicamente esa descarada persecución con lujo de detalles, si persisten en dar continuismo a ese cínico acoso actual?  Los corruptos no pueden cobijarse por siempre. Ya basta.

(*) Juan Huezo Zúñiga, ciudadano costarricense.

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